Antes de comenzar el post os invito a escuchar el podcast sobre la olfato y neurociencia. Además, ahí os explico las funciones, la relación del olfato con la memoria y las emociones, la razón de la anosmia durante el COVID-19 y muchos datos más.
Para algunas profesiones como los perfumistas o los enólogos está clara la importancia que tiene el olfato en sus vidas. Pero, sin embargo, para la mayoría de nosotros, pasa la mayor parte del tiempo desapercibido y no le damos relevancia más que en momentos concretos.
El olfato es ese sentido que parece el olvidado y que solo recordamos en momentos puntuales y cuando lo perdemos, como les ha ocurrido a tantas personas infectadas por el COVID-19.
Generalidades del olfato:
Del 3-5% del genoma humano se dedica al olfato, mucho más que lo que corresponde a los otros sentidos. casi 400 genes solamente para el olfato. Tenemos unos 350 receptores de olores diferentes. Por otro lado, no somos la especie con un mejor olfato. El elefante es el animal que más receptores tiene, más dos mil receptores. Los perros y ratones unos 1200.
Se calcula que podemos diferenciar millones de olores. Muchos más de los 10.000 que a veces se comentan, que por otro lado, ya son.
Las moléculas que transmiten los olores llegan a la parte alta de la nariz, al epitelio olfativo, que está compuesto por neuronas, las “neuronas olfativas”. (estas neuronas, por cierto, son las únicas del organismo que están en contacto con el exterior). Estas neuronas tienen unas prolongaciones con los receptores.
Cada neurona olfatorio tiene un único tipo de receptor, por lo que solo reconoce un tipo de molécula. La información química que se detecta en la nariz se convierte en información eléctrica, que pasa por las neuronas y llega hasta una parte del cerebro llamada la “corteza olfativa”, donde se procesará la información.
Pero con un solo olor no podemos diferenciar un aroma, por lo que el cerebro, zomo hemos dicho, procesa y analiza la información de cientos de neuronas olfativas.
Respuesta emocional del olfato
Recordamos mucho más lo que olemos que lo que saboreamos. Y más aún que lo que oímos o vemos. El olfato tiene un tremendo poder evocador de recuerdos, y esto tiene una explicación.
La corteza olfatoria, donde hemos dicho que llegaba la información de los olores al cerebro, se encuentra en una parte llamada el sistema límbico o el “cerebro emocional”, en el que confluyen aspectos como la memoria o las emociones. Por eso, los olores nos pueden evocar de una forma tan fuerte recuerdos como los que vivimos en la infancia.
Llega a la corteza olfativa, que, además, conecta directamente con el hipotálamo, que conecta de una forma muy potente con la conducta maternal y sexual. Esto explica reacciones como la gran precisión que tiene una madre de distinguir el olor de su hijo.
Funciones del olfato
Si perdemos el sentido del olfato (anosmia), muchos pacientes lo describen como que la vida se vuelve “gris”. Te levantas, no hueles el champú al ducharte, no percibes el café matutino, no hueles a tu familiar al despedirte de él o el de la tierra mojada al salir de casa. Sin embargo, hay personas que son más “olfativas” que otras.
Las personas “anósmicas” tienen que ponerse alarmas para la cocina, no pueden detectar por el olor si hay una fuga de gas, no pueden percibir por el olfato si la comida está en mal estado, no disfrutan tanto de las comidas.
Causas de alteración del olfato:
El olfato se puede ver afectado por muchos motivos. Por distintas infecciones, como la infección COVID-19, por rinitis alérgica o rinosinusitis crónica (inflamación de la mucosa nasal). También se puede trastocar en traumatismos craneoencefálicos, enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson, en pacientes polimedicados y en Pacientes con alteración congénita como que les falte alguna estructura del olfato.
Hasta el 70% de pacientes infectados por el COVID-19 pueden disminuir sus capacidades olfatorias. Esto, además, puede tardar meses en recuperarse. El mecanismo por el que el COVID-19 la altera es el siguiente: El virus infecta a unas células olfativas que dan soporte a las neuronas olfativas. Esto provoca inflamación y, por tanto, que se de la pérdida del olfato. Normalmente cuando desaparece la inflamación es cuando se recuperaría el sentido, pero a veces se pueden ver más dañadas estas neuronas.
Además, es cierto que en algunas enfermedades neurodegenerativas, de las primeras neuronas en alterarse son las relacionadas con el olfato. No es tanto porque estas neuronas estén en contacto con el exterior, sino porque como hemos dicho, la parte del cerebro que se encarga del olfato está muy relacionada con la memoria, y por eso en estas patologías en que se ve tan afectada la memoria, como en el Alzheimer, una de las partes más afectadas es la memoria olfativa. Un síntoma muy precoz del Alzheimer es la anosmia, la pérdida del olfato.
En Barcelona se está llevando actualmente un estudio que a mi personalmente me encanta. Utilizan a perros entrenados para detectar cambios en el olor que producen los pacientes con cáncer de pulmón, y están consiguiendo que se detecte con una fiabilidad realmente alta, incluso en estadios precoces, de hecho parece que son más sensibles los perros cuanto más precoz es el cáncer. Los aromas como hemos dicho es el resultado de mucha, mucha información, y el cerebro de un perro procesando su olfato es muy superior a la tecnología que podríamos usar en este momento para esta situación.
La diabetes, epilepsia, malaria…cualquier enfermedad puede alterar los olores que desprendemos, por tanto, como veis, hay un campo de estudio inmenso.
Relación del sentido del gusto y del olfato
La relación es total. Al saborear algo incluso se calcula que hasta el 75-80% es olfato y no gusto, no somos conscientes. Con el gusto solo detectamos los 5 sabores básicos. Todo el resto del “sabor” lo da el olfato. Esto también se evidencia al estar resfriados, que no saboreamos nada, y es por la pérdida del sentido del olfato, no por la pérdida del sentido del gusto. Los sabores se vuelven muy planos.
Es muy raro que una infección viral afecte a las papilas gustativas. El sentido del gusto va por tres pares craneales, a diferencia del olfato que es básicamente por un solo nervio. Las afectaciones del gusto aisladas son realmente muy raras.
Cómo recuperar el olfato
La rehabilitación del olfato puede ser dura, provoca mucha incomodidad y angustia perder el olfato y requiere un tratamiento prolongado. Genera estrés de no oler, inseguridades (si ellos huelen bien o mal) y la distorsión que provoca en el sentido del gusto.
Se intenta rehabilitar por medio de odorantes diferentes y el paciente tiene que ir entrenando por la mañana y por la noche durante mínimo 6 meses, para volver a enseñar a la memoria olfativa cómo tiene que oler y qué tiene que oler y que sus nuevas células olfativas aprendan a reconocer olores.
Se tarda al menos 1 año en recuperarlo del todo. A los 6 meses puede mejorar, pero el entrenamiento se suele mantener hasta el año.
El olfato, como habéis comprobado, tiene mucha más importancia de la que realmente le damos. Como comenta la doctora Mascaraque en una entrevista con RTVE, es como si faltase una dimensión, una dimensión del disfrute de la vida en general. Y es que las personas que pierden el olfato frecuentemente describen sus días como vacíos y las sensaciones muchísimo más planas.
No olvidéis pasaros por el podcast de Entiende tu Salud para conocer más datos y funciones del olfato!
Comments